Cuando me planteo un objetivo, lucho hasta que lo logro. La base del éxito es que a uno le guste lo que hace”. Con estas palabras de su propio dueño, comenzamos un recorrido por la Maestranza Lizana, una de las empresas de este rubro más importantes de la región que nació hace siete años, a partir de la necesidad de Juan Carlos Lizana Soto, técnico industrial, por emprender.
“Estudié en el Liceo Industrial de San Fernando y una vez que egresé, me fui a trabajar a Santiago, donde estuve 15 años y viajaba todos los fines de semana a Tinguiririca a ver a mi familia. Al tiempo, me empezó a picar el bichito de independizarme. Mi suegra siempre me recalcaba que yo era capaz, pero le decía que me faltaba plata para invertir, y ella me aconsejaba que ahorrara, me comprara una máquina, y luego otra, hasta lograr armarme. Con ella nos llevábamos muy bien, siempre me decía que yo era trabajador y no había razón para que me fuera mal”, subraya emocionado el empresario.
Su esposa, Andrea Gajardo, pilar fundamental en la maestranza, destaca esta relación entrañable de su marido con su madre, la que fue en gran parte la inspiradora del fructífero negocio. “Para mi madre, Carlos fue el hijo que nunca tuvo. Se sentaban tardes enteras a hablar, muchas veces del negocio, siempre ella lo empujaba a buscar más. Yo como su mujer, era más precavida, no quería correr riesgos, pensaba que las cosas podían salir mal, pero después de ver el éxito de todo esto, aprendí que hay que jugársela por los sueños, cueste lo que cueste”, comenta.
Tras contar con el apoyo incondicional de su familia y darse cuenta que había tocado techo en su anterior trabajo, Carlos volvió a su tierra natal para dar forma a su maestranza, donde hoy da respuesta a las necesidades de empresas de renombre como Agrosuper, Nestlé y Viña Cono Sur, entre otros.

“ES CLAVE ATENDER BIEN AL CLIENTE. YO PARTÍ SIN TENER SIQUIERA PARA MATERIALES, POR ESO ME SIENTO ORGULLOSO DE LO QUE HEMOS CREADO Y DE LA CONFIANZA QUE NUESTROS CLIENTES DEPOSITAN EN NOSOTROS”
Juan Carlos Lizana
Este éxito no ha sido fortuito, sino el resultado de un trabajo constante y lleno de dificulta – des, especialmente al principio. “Partí en mi casa, me hice un pequeño taller. Tenía buenos contactos de mi trabajo anterior, incluso me siguieron dos muchachos que trabajaban conmigo. El primer mes no tenía cómo pagarles y tuve que pedir un crédito, mientras recuperaba la inversión”, afirma Lizana.
Nadie prometió un jardín de rosas, al inicio de este proyecto, cada día significó un gran sacrificio para la familia, trabajar duro y tener la vocación de estar dispuestos siempre, sin importar horarios, para su interesante cartera de clientes que comenzaba a crecer. “Nos sacamos la mugre, de lunes a domingo. Había emergencias que atender, varias noches trabajamos sin parar. Sonaba el teléfono en la madrugada y me ponía feliz porque seguro era una pega. Lo complejo es que empezaron los problemas, pues en esa lógica, uno descuida la familia. Pero gracias a Dios, ahora estamos muy bien, llevamos siete años y sólo hemos tenido años azules”, dice su dueño satisfecho.
SERVICIO DEL MAS ALTO NIVEL
Maestranza Lizana entrega diversos servicios, entre ellos mecanizado, mantención de maquinaria industrial y agrícola, fabricación de piezas y repuestos, fabricación de estructuras y todo aquello relacionado con la utilización de acero inoxidable para uso industrial. En sus galpones trabajan al menos 20 técnicos altamente capacitados en áreas específicas del rubro, siempre bajo la supervisión atenta de Carlos Lizana, quien por décadas se ha ganado la confianza y el reconocimiento de las principales industrias de la región.
“Es clave atender bien al cliente. Yo partí sin tener siquiera para materiales, por eso me siento orgulloso de lo que hemos creado y de la confianza que nuestros clientes depositan en nosotros. Además, tengo gran aprecio por mi gente, somos un equipo con buen potencial y quiero que todos estemos bien, porque si yo crezco me gusta que mis trabajadores también crezcan”
